lunes, 15 de diciembre de 2008







Encuentra mecanismos de enfrentamiento sanos:

beber o comer en exceso no te será de ninguna utilidad, por qué no pruebas mejor con una conversación entre amigos, con hacer ejercicios de respiración, pensar en algo divertido, dar una caminata ligera o cualquier otra actividad más saludable que te permita distenderte y olvidarte de las preocupaciones.
-No te presiones de más:

no pretendas ser perfecto en todo lo que hagas. Harás a tu vida menos estresante si aceptas que las cosas pueden estar “bien” de este otro modo, aunque no estén en un ciento por ciento.
-Respira:

una de las primeras cosas que hay que hacer cuando se está bajo presión es respirar, sí tan sencillo pero efectivo como esto, respirar profundamente. Así estamos incorporando oxígeno fresco, útil para el cerebro y para lo músculos. Comienza respirando lo más rápido que puedas –mejor si es a través de la boca-, exhala bien hasta la última pizca de aire. Luego ve normalizando el ritmo, hasta que se torne natural –ahora que sea por la nariz-. Ve también, paulatinamente, disminuyendo un poco el aire que ingresas, asegúrate de que siempre la exhalación sea más larga que la inhalación para disipar la tensión.
-Atención con estos nutrientes:

asegúrate de incorporar en tu dieta la cantidad necesaria de vitaminas B y C, que muchas veces comienzan a faltar con el estrés crónico. También pueden verse afectados los niveles de cinc y magnesio, lo que puede dejar a tu sistema inmunológico vulnerable.


Factores que destruyen tu salud
· Dietas de comidas rápidas que son altas en grasas y bajas en nutrientes.
· Comidas industrializadas y procesadas en exceso. Estilo de vida sedentario.
· Contaminación.
· Estrés.
· Ciertos medicamentos.
· Falta de fibra dietaria de frutas, vegetales y cereales.
· Insuficiente cantidad de fuentes saludables de proteínas en nuestras dietas para mantener una buena salud muscular y ósea.
· Falta de descanso adecuado.




Tu cuerpo es templo del espíritu santo y tienes que cuidarlo






















vida saludable